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domingo, 14 de diciembre de 2008

Pan de la pobreza

Scliar, Moacyr. "Un Seder para nuestros días" Buenos Aires, Ediciones Shalom, 1988

Este es el pan de la pobreza que nuestros antepasados comieron en la tierra de Egipto. Quien tenga hambre y son muchos los hambrientos en este mundo en que vivimos- que venga y coma. Quien esté necesitado y son muchos los que sufren necesidad en este mundo en que vivimos- que venga a celebrar con nosotros el Pésaj.
Es el legado ético de nuestro pueblo, el mensaje contenido en este alimento sencillo, en este pan ázimo que lo sus-tentó en el desierto y que lo viene sustentando a lo largo de las generaciones. Se debe ser justo y solidario, se debe amparar al débil y ayudar al desvalido.

El desierto que tenemos que atravesar hoy no es una extensión de arena estéril, calcinada por el sol implacable. Es el desierto de la desconfianza, de la hostilidad, de la alienación de los seres humanos. Para emprender esta travesía tenemos que proveernos de las reservas morales que acumuló el judaísmo, de las pocas y simples verdades que constituyen la sabiduría del pueblo. Ama a tu prójimo como a tí mismo. Reparte con él tu pan. Invítalo a tu mesa. Ayúdale a atravesar el desierto de su existencia.

martes, 11 de noviembre de 2008

Café Vienés

CAFÉ VIENES.
Marta Romer

Cuando niña (década del cuarenta) cada tanto mi madre me llevaba a una confitería, frecuentada especialmente por la colectividad judía de origen alemán y austríaco, ubicada en pleno centro, cuyos dueños, emigrantes vieneses, preparaban excelente repostería. Cada vez que iba, me dedicaba a saborear un diferente manjar. Un día, fuimos acompañadas de la tía René. Mientras ellas tomaban el té con masitas diversas y yo un sorbete de frutillas, ingresaron dos señoras mayores, vestidas sencillamente pero con guantes y sombrero a pesar del calor. Pidieron dos cafés. Se los sirvieron en tazas pequeñas. Mi tía, le susurró a mi madre: Esas dos (señaló con un suave movimiento de cabeza) vienen casi todas las tardes. Sólo piden un café, porque más no pueden pagar. Los nazis les quitaron todo, apenas pudieron escapar con lo puesto. Aquí trabajan de cocineras…pero no por eso dejan de venir…Así son… Años después, paseando por la zona céntrica de la ciudad de Viena, repleta de cafés al aire libre todos muy concurridos, el guía nos dijo:”acá se viene a ver y a ser visto”. Entonces comprendí que a eso iban las dos señoras vienesas a pesar de sus escasos recursos.