Creo en el Dios de la creación que me creó con la capacidad de crear.
Creo en el Dios del amor que me creó con la capacidad de amar.
Creo en el Dios de la verdad que creó dentro de mí la capacidad de estudiar, de entender y de discernir entre la verdad y la mentira.
Creo en el Dios de la justicia que exige de mí que trate a mi prójimo como yo querría ser tratado, aún a expensas de mi propio bienestar.
Creo en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob; el Dios de Sara, Rebeca, Raquel y Lea, quien exige lealtad de Su pueblo Israel, así como también el perpetuo dinamismo necesario para buscar continuamente nuevas y mejores formas de trasmitir su Torá y sus valores esenciales a un mundo siempre cambiante y en desarrollo.
Creo en el Dios Único que nos pide que unifiquemos nuestras personalidades atomizadas, fracturadas, y atormentadas por la ansiedad.
Creo en el Dios de la Expiación que espera pacientemente nuestro retorno del error.
Creo en el Dios de la paz que le suplica a la humanidad que ponga fin a la violencia, a la guerra, al odio y a la destrucción y nos ruega que vivamos en armonía y construyamos una auténtica hermandad en este planeta.
Creo en el Dios de la liberación que exige que todas las creaturas vivan en libertad, aceptando las responsabilidades inherentes al ejercicio de la libertad.
Creo en el Dios de la compasión que nos invita a ser socios en la interminable tarea de construir un mundo en el que no haya hambre, ni torturas, ni esclavitud ni miembros de la raza humana olvidados.
Eloheinu, velohei avoteinu, Dios nuestro y Dios de nuestros antepasados, ayúdanos en nuestra incesante batalla para forjar una fe y mantenerla a pesar de nuestras dudas y de las vicisitudes de la vida.
Amén
– Rabino Marshall T. Meyer
Traducido por Ría Okret
No hay comentarios:
Publicar un comentario